Por: César Lévano, director del diario La Primera, en edición de hoy.
Entre gallos y medianoche, durante el fin de semana, el ministerio de Economía ha descargado sobre la industria y la agricultura un paquetazo de rebajas arancelarias que va a arruinar la producción nacional. Es algo así como un adelanto de TLC; es una puñalada trapera cuyo autor intelectual es Alan García.La medida tiene la marca de fábrica antiagraria y antiindustrial del gobernante de turno.La decisión anunciada el sábado último en Palacio de Gobierno por el ministro Luis Carranza introduce una rebaja de aranceles en 4,200 partidas.El paquetazo brutal no ha sido consultado con los productores nacionales. Así lo ha precisado el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Eduardo Farah, que anuncia que las medidas reducirán en 6% el empleo en la industria. Dicho en otros términos, se viene una nueva ola de despidos. El pretexto de las medidas es que con ellas se frenará la inflación y se reducirán los precios de los artículos alimentarios, entre otros el arroz y los productos lácteos, dos sectores ya amenazados de muerte por el TLC con Estados Unidos.El remedio va a resultar peor que la enfermedad, y expresa la sumisión del régimen de García al fundamentalismo neoliberal. Es la lógica desalmada que sostiene que el mercado lo resuelve todo y que no hay por qué proteger a la industria, la agricultura y la ganadería nacional.
Robert Reich, economista estadounidense que fue ministro de Trabajo en el primer gobierno de Bill Clinton, nos recuerda en su libro El trabajo de las naciones. Hacia el capitalismo del siglo XXI, publicado en 1991 y traducido al español por Javier Vergara Editor en 1993, que el desarrollo de Estados Unidos se logró gracias a los aranceles altos que se cobraban a la importación de productos extranjeros. “Hasta 1913”, precisa Reich, “el promedio de aranceles sobre las importaciones fue a menudo cercano al 50 por ciento, incluso más alto sobre el hierro, el acero, los tejidos de algodón y las lanas”.Cita el autor la actitud de Abraham Lincoln: “No sé demasiado acerca de los aranceles, dijo Lincoln con su característica manera campechana, pero lo que sé muy bien es que, cuando compramos bienes manufacturados a los extranjeros, nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas”.Muchos dirán que esa es historia antigua, de mediados del siglo XIX. En efecto; pero eso mismo indica hasta qué punto están retrasados nuestros gobernantes. Sin omitir que el proteccionismo sigue de moda en Estados Unidos. ¿Qué otra cosa, si no proteccionismo, son las altísimas subvenciones que paga a su producción agraria, que amenaza con arrasar a nuestra agricultura y nuestras vacas lecheras?
Entre gallos y medianoche, durante el fin de semana, el ministerio de Economía ha descargado sobre la industria y la agricultura un paquetazo de rebajas arancelarias que va a arruinar la producción nacional. Es algo así como un adelanto de TLC; es una puñalada trapera cuyo autor intelectual es Alan García.La medida tiene la marca de fábrica antiagraria y antiindustrial del gobernante de turno.La decisión anunciada el sábado último en Palacio de Gobierno por el ministro Luis Carranza introduce una rebaja de aranceles en 4,200 partidas.El paquetazo brutal no ha sido consultado con los productores nacionales. Así lo ha precisado el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Eduardo Farah, que anuncia que las medidas reducirán en 6% el empleo en la industria. Dicho en otros términos, se viene una nueva ola de despidos. El pretexto de las medidas es que con ellas se frenará la inflación y se reducirán los precios de los artículos alimentarios, entre otros el arroz y los productos lácteos, dos sectores ya amenazados de muerte por el TLC con Estados Unidos.El remedio va a resultar peor que la enfermedad, y expresa la sumisión del régimen de García al fundamentalismo neoliberal. Es la lógica desalmada que sostiene que el mercado lo resuelve todo y que no hay por qué proteger a la industria, la agricultura y la ganadería nacional.
Robert Reich, economista estadounidense que fue ministro de Trabajo en el primer gobierno de Bill Clinton, nos recuerda en su libro El trabajo de las naciones. Hacia el capitalismo del siglo XXI, publicado en 1991 y traducido al español por Javier Vergara Editor en 1993, que el desarrollo de Estados Unidos se logró gracias a los aranceles altos que se cobraban a la importación de productos extranjeros. “Hasta 1913”, precisa Reich, “el promedio de aranceles sobre las importaciones fue a menudo cercano al 50 por ciento, incluso más alto sobre el hierro, el acero, los tejidos de algodón y las lanas”.Cita el autor la actitud de Abraham Lincoln: “No sé demasiado acerca de los aranceles, dijo Lincoln con su característica manera campechana, pero lo que sé muy bien es que, cuando compramos bienes manufacturados a los extranjeros, nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas”.Muchos dirán que esa es historia antigua, de mediados del siglo XIX. En efecto; pero eso mismo indica hasta qué punto están retrasados nuestros gobernantes. Sin omitir que el proteccionismo sigue de moda en Estados Unidos. ¿Qué otra cosa, si no proteccionismo, son las altísimas subvenciones que paga a su producción agraria, que amenaza con arrasar a nuestra agricultura y nuestras vacas lecheras?
El comentario del blog: Comenzaron las rebajas arancelarias para molestar a los productores nacionales, García quiere con esto "mandar al cacho" a los productores , que si bien han subido los precios mas de la cuenta, estan ya acostumbrados a recibir pocas ganancias y cero protección estatal, como sucede con los productores lecheros del norte del país por ejemplo.
El precio del pan ha subido también y eso pasa por importar tanto trigo. Tenemos terreno para producir el nuestro en cantidad y no lo hacemos. Podríamos tener un trigo de calidad y a buen precio y no queremos. Y entonces, friegan afuera, nos fregamos acá. El ministerio encargado y el ejecutivo sólo se limitan a "mandar al cacho" y no a desarrollar planes que nos ayuden a valernos de nosotros mismos. Algunos economistas despreocupados y relajados de billetera afirman que el TLC es beneficioso y oportuno, que el mercado "se arregla solo", y que los millones que gánara el país son contantes y sonantes. Los productores no piensan lo mismo. En la competencia que ofrece el libre comercio es ilógico pensar que el Perú y el país del tío Sam pueden competir de igual a igual. Estados unidos protege su producción e intenta en esa condición negociar con un Perú sin protector ni guía. Los de la plata por aquí se abren de piernas y como siempre, todo en manos de unos cuantos. Alto ahí, Hay que aprender a reconocer de una vez que nadie de afuera nos va a salvar.
El precio del pan ha subido también y eso pasa por importar tanto trigo. Tenemos terreno para producir el nuestro en cantidad y no lo hacemos. Podríamos tener un trigo de calidad y a buen precio y no queremos. Y entonces, friegan afuera, nos fregamos acá. El ministerio encargado y el ejecutivo sólo se limitan a "mandar al cacho" y no a desarrollar planes que nos ayuden a valernos de nosotros mismos. Algunos economistas despreocupados y relajados de billetera afirman que el TLC es beneficioso y oportuno, que el mercado "se arregla solo", y que los millones que gánara el país son contantes y sonantes. Los productores no piensan lo mismo. En la competencia que ofrece el libre comercio es ilógico pensar que el Perú y el país del tío Sam pueden competir de igual a igual. Estados unidos protege su producción e intenta en esa condición negociar con un Perú sin protector ni guía. Los de la plata por aquí se abren de piernas y como siempre, todo en manos de unos cuantos. Alto ahí, Hay que aprender a reconocer de una vez que nadie de afuera nos va a salvar.